Mi curiosidad por estas villalberas, las hermanas Carrero y Robles, viene de antiguo, de unos años en los que movido por el entusiasmo genealógico, intentaba armar y documentar los orígenes de mi familia. Por un lado los Romero y por otro los Morales. Y claro, cuando empiezas a tirar del hilo la cosa se complica y la maraña de datos y nombres conducen a territorios insospechados.
La línea de los Carrero estaba ahí. Mi madre lo llevaba de segundo apellido. Un apellido de sacristanes y sochantres, de boticarios, de «alcaldes populares» del XIX, de militares, de referencias inolvidables para varias generaciones (cine»Marni»), de escritores, copistas y rebeldes (mi bisabuelo y su Quijote) y de otras muchas referencias…

Y entre tanta maraña de parentescos inabarcables aparecieron ellas. Fueron un efecto «colateral». El artículo sobre los benefactores del convento carmelita me las ha traído de vuelta.
Indice de Contenidos
- De los Carrero y Zambrano de Villalba del Alcor
- Un convenio a tres partes
- Una familia de poco patrimonio y mucha reputación
- Testamento de Águeda y Salvadora
- Conclusión
Este artículo no es más que una pequeña reseña sobre algunos detalles del entorno familiar de estas mujeres, basándome en la documentación testamentaria, fundamentalmente.
De los Carrero y Zambrano de Villalba del Alcor
Responden al nombre de Águeda, Jacinta y Salvadora. De apellido Carrero y Robles
Sus progenitores fueron Jacinto Carrero y Zambrano y Rosa de Robles. Su padre, un hombre muy longevo que murió con casi 90 años (nació en 1790), al enviudar decidió seguir la carrera eclesiástica ordenándose sacerdote.
Jacinto Carrero y Zambrano era a su vez uno de los hijos del matrimonio formado por Ignacio Carrero y Francisca Zambrano. Una pareja, esta última, que trajo al mundo a varios hijos: A Salvador, a Diego (casado con Francisca Calahorro, cuyo padre era… ¡boticario! 😳 que aportó a su matrimonio con Diego un pequeño botiquín que me compró mi padre…¡¡¡ y cuyo hijo también ejerció como… farmacéutico 😳 😳 . Cosas de la familia Calahorro-Carrero y la tradición de la botica 😉 ) y a Jacinto, el presbítero padre de nuestras queridas hermanas.
No sigo por ahí que me pierdo.
Jacinto y Rosa tuvieron también un hijo, Ignacio, el «hermanísimo» de estas tres señoras, al que, por dar algún dato, le vende allá por 1862 una parte de una bodega en calle San Bartolomé, conocida por el Portalón, que unos años antes se la había comprado a los descendientes de José María Fernández de Landa, sí, un descendiente del famoso ingeniero.
Tres hermanas que tras compartir una vida en común, ya mayores, deciden, tal cual han vivido, mantener esa unidad de criterio en el destino de sus pertenencias terrenales. Así, deciden que la última que sobreviva quede facultada para disponer de los bienes que por su fallecimiento a beneficio de nuestras almas, de las de nuestros padres y hermanos, dándole la aplicación y distribución que respectivamente estimare según y en los términos que entre ellas mismas se tienen comunicado y convenido…
Y ¿cuál es ese convenio al que se remiten?
Un convenio a tres partes
Se trata de un acuerdo en el que se constituyen como herederas recíprocas… las unas a las otras por nuestras únicas, legítimas y universales herederas de ellos (bienes, derechos, acciones y futuras sucesiones) con el derecho de merecer y de tomar la última que sobreviva las disposiciones convenientes en armonía y conformidad con las disposiciones que antes dejamos convenidas...
…y que a la muerte de la última, los bienes se distribuirán de la siguiente forma, una vez descontados los gastos de entierro y misas y demás… de tal manera que el líquido que restare deducidos estos gastos y los demás que puedan ocurrir se dividirá en la forma siguiente:
- La mitad se aplicará a comprar o adquirir en aquello de que más necesidad tenga, a juicio de nuestros albaceas, que oirán sobre ellos a los señores curas e a los sacerdotes que tengan por conveniente, nuestra parroquia de San Bartolomé de esta villa en que las tres hemos sido bautizadas.
- Una cuarta parte de la otra mitad… se invertirá en sufragar por nuestras almas y las de nuestros padres y hermano; y la otra cuarta parte servirá para recompensar a los que nos hayáis servido y cuidado pudiendo hacer la limosna que estiméis oportuna, cuidando muy especialmente que la que hagan sean de verdadera caridad… y les facultamos para que de la cuarta parte asignada para sufragios de nuestras almas puedan aplicar en limosna como tal sufragio lo que estimen conveniente…
Según estas cláusulas, las decisiones sobre el futuro de sus bienes se irán tomando según y conforme lo expresado más arriba. Pero esto lo irán cambiando en sucesivos testamentos, hasta que la muerte de una de ellas, Jacinta, despeja definitivamente el destino de sus pertenencias
Una familia de poco patrimonio y mucha reputación
Esta mujeres, solteras, sin profesión alguna, pertenecen a una familia con una aparente consideración social, que si bien no disponen de un crecido patrimonio, es evidente que no carecen de los recursos suficientes que les han permitido vivir cómodamente. Son dueñas de un pequeño patrimonio que reparten y distribuyen de la manera que mejor consideran.
Al final de sus vidas han visto como este patrimonio se ha incrementado tras la muerte de su hermano Ignacio en 1871. Tras morir sin descendencia, reciben la parte de herencia que les corresponde de la parte de sus padres. En este caso se trata de propiedades rústicas y urbanas que seguro que os suene:
- La cuarta parte de una casa habitación situada en la calle Real de este pueblo, señalada con el número veinte de gobierno con 294 m de área, dá frente al norte, linda por la derecha de su entrada con otra casa de don Francisco Zambrano y Lara, por la izquierda con bodega de don Pedro Duque y por la espalda o sur con corrales de casa de don José Romero y Merino (su valor en venta es de 1.062 pesetas).
- La cuarta parte de una bodega en la calle de San Bartolomé con el número 18 de gobierno, consta de corrales, medio pozo, dos pozas para orujo, dos vigas para prensar uva y cuatro departamentos, dos de ellos ruinosos, ocupa un área de seiscientos metros cuadrados; da frente al sur, linda por la derecha de su entrada, o sea, a levante con calleja de San Bartolomé, por la izquierda o poniente con casa de don Juan Romero Martín y por norte con tierra de este caudal. Apreciada en 1.750 pesetas.
- Otra cuarta parte de una viña al sitio del Picazo. Pedazos de tierra y viñas y la tierra que está detrás de la bodega llamada El Portalón (al sur) y a levante con la calleja nombrada de San Bartolomé. (ya nos referimos a ella en otro artículo sobre bodegas de Villalba del Alcor).
- Otra tierra al sitio de San Roque, contiguo a esta población… de 10 áreas 73 centáreas… linda a oriente con calleja de San Roque, a norte y occidente con sitio llamado La Barranca y a sur con calleja de Barristraga…
- Otras tierras y viñas.
Lo cierto es que, tras este acontecimiento, fue la ausencia de Jacinta la que marcó definitivamente el destino de los bienes y propiedades de las dos herederas vivas.
Águeda y Salvadora, en 1886, dejan las cosas bien atadas para evitar conflictos familiares.
Testamento de Águeda y Salvadora
En esos años finales del siglo XIX, las hermanas residen en esa casa de la calle Real de la que son propietarias (una parte les correspondió por herencia de su hermano). En esos momentos una ha cumplido los 72 años y la aventaja en cuatro años. Por su estado, será el notario el que se desplace a su domicilio para dar forma a ese testamento que será el definitivo.
Y es allí, en la calle nº 20 de la calle Real de esta población, frente a su querido convento, donde expresan claramente su voluntad de convertirse en benefactoras del mismo y de su comunidad.
Pero no solo el convento resultó beneficiado con el afecto y el favor de estas mujeres. Su legado se extendió a a otras instituciones y vecinos, además de hermanos, sobrinos y parientes.
Conozcamos a algunos de los beneficiarios de esta reparto.
Las hermanas determinan que sus albaceas entregarán al señor cura y claveros de la parroquia de esta villa mil pesetas para que con ellas se costee un viril de plata de ley para que en él se coloque la Majestad Divina, cuya alhaja será de la propiedad de dicha iglesia.
Entregarán así mismo los señores albaceas al mayordomo que fuere de la hermandad de Nuestra Señora de la Soledad de esta villa 500 pesetas para ayudar a costear y bordar un palio para dicha Señora cuya limosna hacen por el mucho amor y devoción que sus padres y ellas han profesado siempre a dicha sacratísima imagen. Los Carrero siempre estuvieron muy vinculados a esta hermandad (Nicomedes Carrero, desempeñó el cargo de secretario).
…es su voluntad que por fallecimiento de la última y lo más pronto que fuere posible se distribuyan entre los pobres de esta villa la cantidad de 1.050 pesetas dando de limosna a cada uno sesenta reales (15 pesetas) con lo cual quedarán socorridos setenta pobres y verificando la distribución entre enfermos, ancianos, viudas, huérfanos y otras personas que se encuentren en mayor necesidad y desvalimiento.
Por último, y a título anecdótico, cabe citar algunos legados que pueden resultar sugerentes:
Por ejemplo, dejan y destinan a María Salas Pérez, hija del conocido por Viruli, doscientos reales.
… a Juana Domínguez Pérez, conocida por Primores, quinientos reales.
Y como añadido, entre lo repartido se encuentra don Leopoldo Travado y Zambrano, hijo de doña María Luisa Zambrano y Salas y propietario de la que fue importante casa solariega de la Plaza del Barón, al que dejan, entre otras cosas otro cubierto de plata. Legado que desapareció con el «vaciado y arramblado» que hicieron en esta casa ciertas personas cercanas, que no familiares, aprovechando la coyuntura…😒 . Un hecho del que, por suerte, nos dejaron memoria nuestros antepasados. Pero eso es otro tema…
Conclusión
Tres hermanas que han tenido su apartado en este espacio dedicado a las pequeñas historias de nuestro pueblo,
Curiosamente, no son el único trío de hermanas del que podríamos contar algunas historias. Otras hermanas, tres, siempre tres, fueron también protagonistas de otras muchas historias de nuestro pueblo, como por ejemplo las que buscaron fortuna en Indias allá por el siglo XVI. Pero como se suele decir… eso es otra historia.
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