Hoy toca hablar del importante papel que muchos vecinos de nuestro pueblo han tenido y siguen teniendo en el mantenimiento, conservación y sustento del convento villalbero. Sí, vamos a hablar de los benefactores del convento carmelita de Villalba del Alcor.
Bueno, bueno, de todos no. Voy a recoger dos ejemplos que, de alguna manera, representan el protagonismo que la población «seglar» villalbera ha tenido en la pervivencia de esta institución.
Por un lado, el papel de las élites sociales y económicas de nuestro pueblo, siempre amparando, protegiendo y tutelando; por otro, la aportación anónima de otras muchas personas que han contribuido ¡y contribuyen! al sostenimiento de tan señalada comunidad.
Dos tipos de «benefactores», uno, el más conocido por todos, aparte de la propia fundación. El segundo, inédito, muestra como una parte de esta sociedad villalbera interioriza la presencia de esta comunidad en nuestro pueblo.
Pero estas historias, estos artículos suelen arrancar de las situaciones más curiosas.
Os voy a contar como llegué a escribirlo.

Indice de contenidos
- Una santa, un convento, una familia
- Los Cepeda, benefactores del convento de Villalba
- Las hermanas Carrero, benefactoras del convento de Villaba
- Conclusión
Una santa, un convento, una familia
¿Te ha pasado alguna vez? Ese día que dispones de tiempo y tu ánimo es el idóneo para escribir, con diversos temas esperando a que le hinques el diente. Y no, no acabas de verlo claro, de centrarte. Saltas de una cosa a otra sin poner el foco en nada concreto. De pronto, salta un resorte interior por algo que te ha llamado la atención.
En esta ocasión fue escuchar una palabra, una frase, no sé exactamente qué, sobre Santa Teresa de Jesús.
Al instante, recuerdo años de Bachillerato en los que en la asignatura de literatura estudiábamos algunas de las grandes obras de los autores más importantes de nuestra tradición literaria. Entre ellas no podía faltar la obra de Santa Teresa de Jesús. No se me ha olvidado, a pesar de los años, ese estrofa, extraordinaria, que tantas veces repetí y que tanto me costó aprender.
Vivo sin vivir en mí, y tan alta vida espero, que muero porque no muero. Vivo ya fuera de mí, después que muero de amor; porque vivo en el Señor, que me quiso para sí; cuando el corazón le di puso en él este letrero: que muero porque no muero.
Y… Santa Teresa es convento carmelita de Villalba y es Cepeda.
Busco entre mis papeles la gran aportación de esta familia a la comunidad carmelitana de Villalba. Y lo encuentro… Y comienzo a escribir…
Los Cepeda, benefactores del convento de Villalba
La vinculación familiar de los Cepeda con nuestra querida santa fue bien explotada por este linaje, convirtiéndola en el mejor vehículo para presentar y demostrar la grandeza de sus orígenes, de tal manera que esta relación está muy presente en la vida y en las iniciativas “públicas” que se toman por parte de la familia. Una de esas iniciativas fue la construcción y donación de retablos con la santa como eje central.
Don Francisco de Cepeda, el primer Cepeda «villalbero», tenía esta forma de interpretar y de aprovechar esta relación familiar. Y Villalba, con un convento de esta orden, era el lugar adecuado para hacer público y evidente este privilegiado parentesco.
Este personaje materializó esta estrecha vinculación familiar y emocional con el monasterio villalbero con la solicitud de un enterramiento en la iglesia del citado convento. Su proyecto culminó con el acuerdo que sus descendientes alcanzaron con el monasterio en 1773. Desgraciadamente, no pudo ser testigo de la consumación definitiva.
Una resolución por la que se les otorgó un escaño, enterramiento y sepultura para la familia y sus descendientes como «premio» a su importante contribución a la iglesia conventual.
Estamos en 1773 (12 de marzo):
Decimos que por cuanto don Francisco de Cepeda, vecino que fue desta dicha villa y marido y conjunta persona de doña Ana Leonarda de Paz y Osorno, que murió en catorce de febrero del año pasado de mil setecientos y setenta, manifestó a la comunidad deste dicho convento el intento y deseo que tenía de ser patrono del altar de su parienta Santa Teresa de Jesús, sita en la iglesia de él, y que este patronazgo recayese en la dicha doña Ana de Paz y sus hijos y descendientes perpetuamente para siempre jamás, con la facultad de poner escaño para asiento de hombres de la familia desde la pila del agua bendita que está en dicha iglesia como se entra a mano derecha hasta el arco toral, y en él las armas que contiene el escudo de la ilustre familia de los Cepeda y hacia cuatro varas… para asiento de las señoras de la expresada familia y para enterramiento de las dichas personas…
Decimos que por cuanto don Francisco de Cepeda, vecino que fue desta dicha villa y marido y conjunta persona de doña Ana Leonarda de Paz y Osorno, que murió en catorce de febrero del año pasado de mil setecientos y setenta, manifestó a la comunidad deste dicho convento el intento y deseo que tenía de ser patrono del altar de su parienta Santa Teresa de Jesús, sita en la iglesia de él, y que este patronazgo recayese en la dicha doña Ana de Paz y sus hijos y descendientes perpetuamente para siempre jamás, con la facultad de poner escaño para asiento de hombres de la familia desde la pila del agua bendita que está en dicha iglesia como se entra a mano derecha hasta el arco toral, y en él las armas que contiene el escudo de la ilustre familia de los Cepeda y hacia cuatro varas… para asiento de las señoras de la expresada familia y para enterramiento de las dichas personas…
… sepulturas terrizas o hacer bóvedas con cañones o sin ellos, como les pareciera y que se obligaría a costear un retablo precioso dorado, una lámpara de plata con su ángel lamparero que se pusiera en el dicho arco toral, a el lado de la epístola del altar mayor, para que alumbrase a la dicha santa que se había de colocar en dicho altar, que había de costear con su repisa y en él y en dicha lámpara se había de fijar el dicho escudo de armas y que también se obligaría a dar anualmente, para la luz de la dicha lámpara que alumbrase a la referida santa, tres arrobas de aceite o el importe de su principal como memoria perpetua que había de durar para siempre y con tal de que pudiese poner en dicho sitio una losa con su inscripción que distinguiese el dicho patronato y propiedad de dicha bóveda y sepulturas. Y en dicha losa estampado el dicho escudo de armas.
Y atendiendo dicha reverenda comunidad a los grandes méritos y justísimos motivos que hacían acreedor a el dicho don Francisco de Cepeda a la gracia que solicitaba y que la dicha su viuda e hijos lo son igualmente por el parentesco notorio que el referido don Francisco y sus hijos tenía y tienen con la expresada santa por lo ilustre de esta familia y la de la dicha doña Ana de Paz por la mucha virtud de unos y otros y por bienhechores del referido convento, de su iglesia y de la reverenda comunidad pues en tiempo del difunto se experimentaba continuamente su mucha caridad y grandes beneficios, y que lo mismo ha sucedido desde su fallecimiento con la dicha su viuda e hijos condescendió entonces esta reverenda comunidad por su parte en concedérsela, celebrando para ello sus acostumbrados acuerdos y tratados para comunicarlos al muy reverendo padre provincial que entonces era Fray José de Castro y nos concedió su bendición y licencia para su cumplimiento y efecto.
Y en virtud de ella el referido don Francisco habiéndole manifestado la dicha reverenda comunidad la mucha complacencia que en ello tenían todas las religiosas de que se componía, dispuso y ordenó desde luego se hiciese y pusiese en el altar de la dicha santa dicho retablo como con efecto se puso y su repisa y después se doró todo muy costoso y precioso y como era y es tan notoria la calidad de esta ilustre familia su mucha caridad y virtud y generosidad.
… muy reverendos padres provinciales han ratificado su bendición y licencia para efectuar enterramientos, la pretensión y deseo que manifestó el expresado don Francisco de Cepeda continuando su pretensión y santo deseo la dicha viuda e hijos, y por tanto en tiempo del dicho don Francisco se puso el dicho retablo y repisa y todo se doró y en él está puesto y fijado el dicho escudo de sus armas y un escaño con el dicho escudo desde el final del altar hasta el dicho arco toral y en él han tomado y toman su asiento don Vicente, don Fernando, don Juan, y don José de Cepeda, sus cuatro hijos, en las ocasiones de función y demás que les parece, y en el referido sitio y terreno están sepultados el dicho don Francisco y doña Teresa y don Rafael, sus dos hijos y de la expresada doña Ana de Paz, y ahora, últimamente, la referida doña Ana y los dichos sus cuatro hijos han costeado y puesto en el dicho arco toral a el lado de la epístola del altar mayor el dicho ángel lamparero con su lámpara de plata.
… nosotras por nos y en nombre deste dicho convento bajo desta inteligencia y supuesto y ya todo está efectuado como se relaciona, desde luego hacemos el formal y auténtico nombramiento de patronos del altar de la dicha Santa Teresa de Jesús, sita en nuestra iglesia, en los dichos doña Ana de Paz y Osorno, don Vicente, don Fernando, don Juan y don José de Cepeda, para que lo sean y todos sus descendientes y de la ilustre familia de los Cepeda, continuando expresamente la posesión que tácitamente hasta ahora han tenido y que puedan usar y usen della, con todas las facultades enunciadas de alargar el escaño hasta la dicha pila del agua bendita…
Alcanzar semejante privilegio no fue algo que estuviese al alcance de cualquiera. Era la culminación de una aspiración que por una parte tenía un componente material y práctico y por otra poseía una poderosa carga devocional y piadosa.
Y dándole vueltas al asunto de las aportaciones y contribuciones que el convento de Villalba ha recibido a lo largo de su historia, recordé los difíciles años que siguieron a todos los procesos desamortizadores del siglo XIX y a la drástica reducción de su patrimonio y de su «influencia» en ciertos ámbitos de la vida villalbera.
Pero no por eso, desapareció el compromiso ni se rompieron las lazos que unían a esta comunidad con una parte de la población. Recordaba un caso que, en su momento, me pareció interesante.
Y como una cosa lleva a la otra…
Ahí estamos otra vez, revolviendo papeles, buscando esa referencia que estaba relacionada con una rama colateral de mis antecesores… y la encontré.
Las hermanas Carrero, benefactoras del convento de Villaba
Es la historia de tres hermanas, villalberas, que tras una larga vida en común, siempre vivieron y convivieron en amor y compaña, decidieron contribuir, en la manera que mejor creyeron, al sostenimiento y pervivencia de esta comunidad religiosa.
Posiblemente, la muerte de una de ellas contribuyó a que las otras dos resolvieran incluir entre sus últimas voluntades una decisión sobre la que con anterioridad habrían tenido largas conversaciones.
Estamos en el último cuarto del siglo XIX y la iniciativa no deja lugar a dudas.
Las señoras declaran solemnemente que legan en la mejor forma que por derecho proceda al convento de religiosas carmelitas recoletas calzadas del Señor San Juan Bautista de esta villa de Villalba del Alcor cuarenta y cinco mil reales de vellón (15.000 pesetas -una cifra nada desdeñable-), cuya cantidad harán efectiva en metálico los señores albaceas de los bienes raíces que poseen las testadoras las que suplican a dichos albaceas procuren dar cumplimiento a este legado lo más pronto que les sea posible, entregando la expresada cantidad a dicho convento para que con ella se constituyan tres dotes, a quince mil reales cada una, para que las obtengan doncellas que a la vocación necesaria reúnan las virtudes y condiciones personales y canónicas indispensables para abrazar el estado religioso e ingresar y profesar en dicho convento.
Así mismo… declaran, que es su expresa y bien deliberada voluntad, que las doncellas que hayan de profesar con las expresadas dotes en el dicho convento, sean siempre y en todo caso designadas y presentadas a la autoridad eclesiástica que corresponda de esta diócesis por el señor patrono del expresado convento como legítimo representante que es de su piadoso fundador el presbítero licenciado García Jiménez Franco, de feliz recuerdo lo que así disponen y mandan no sólo por creer que así corresponde de derecho a dichos señores patronos, sino porque, aun cuando no lo fuera siempre, ordenarían lo que dejan así mandado por ser como son próximas parientes de los señores patronos de este convento.
… del propio modo, siendo su expresa y terminante voluntad que las tres dotes que en la cláusula precedente legan al convento de religiosas carmelitas de esta villa, subsistan perpetuamente en la forma y para el fin que queda expresamente determinado mandan que si en algún tiempo cualesquiera autoridad sea eclesiástica o civil pretendiere apoderarse de dichas dotes, o de alguna de ellas, o contrariar o contravenir en lo más mínimo lo que en la cláusula antecedente dejan consignado y dispuesto, que en tales casos este legado no valga y se tenga por no escrito ni puesto y sus parientes dentro del cuarto grado tenga derecho a llevarse los dichos 45.000 reales constitutivos de las tres dotes y dividirlos por iguales partes entre si los que prueben más preferente grado con dichas testadoras de las familias de Carrero y Zambrano que tendrán exclusivo e igual derecho, pues así es la voluntad de ambas testadoras.
A cambio de tan generoso legado, manifiestan…
… que, en justa remuneración a la cristiana liberalidad con que dejan beneficiado y distinguido al convento de religiosas carmelitas de esta villa, suplican a su religiosa comunidad que constantemente las encomienden a Dios, Nuestro Señor, y para que sus conciencias estén tranquilas y satisfechas del cumplimiento de las encomiendas que les hacen les imponen perpetuamente la obligación de que, reunida la comunidad en coro todos los días a la terminación de los laudes, rece un responso por el eterno descanso de sus almas, de las de sus padres y hermanos difuntos.
Pero este no es el único «regalo» que recibieron las Madres Carmelitas de estas devotas y desprendidas hermanas villalberas.
Con la mejor voluntad, sabiendo que tomanam una decisión acertada, acorde con sus convicciones y, sin duda, sintiéndose identificadas con esas otras mujeres que, como ellas, viven «en comunidad», decidieron que
… también entregarán los señores albaceas al convento de religiosas carmelitas del Señor San Juan Bautista de esta villa dos colchas de damasco de seda carmesí que tienen y conservan las testadoras, una en buen uso con fleco enrejado y otra más inferior con faralás, y seis de los trece cuadros al óleo que las testadoras tienen en su casa domicilio, aquellos que asignen los albaceas, todo lo cual será en propiedad para la iglesia de dicho convento.
Desconocemos de qué cuadros se trata, pero sería interesante conocerlos, no por el valor material que pudieran tener si no por documentar el origen de esa parte del patrimonio conventual.
No cabe duda que esta decisión es el resultado del evidente interés y preocupación que existía por la comunidad carmelitana.
Conclusión
Un siglo después del legado de los Cepeda, serán las hermanas Carrero quienes beneficien al convento villalbero. Dos épocas, dos contextos, dos maneras de favorecer a una institución incrustada en el ser de Villalba.
Los descendientes de ese primer Cepeda o las hermanas Carrero, no van a ser un caso aislado. Como ellos, podemos encontrar otros muchos episodios de vecinos, allegados, amigos o familiares que, de una u otra forma, van a contribuir a conservar y enriquecer el patrimonio humano, espiritual y material de nuestro monasterio carmelita de Villalba.
Hasta aquí la historia de hoy…
¿Y ya está?
Pensándolo bien, creo que dejar las cosas así no sería justo para estas mujeres. Las hermanas Carrero merecerían algo más… sí. Pero eso lo dejaremos para otro artículo.
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