Retomamos el asunto referente a la gestión económica y a la conservación y protección de la ermita de la patrona de Villalba del Alcor, a lo complejo que resultaba a veces la administración de las cuentas de la ermita de Santa Águeda y a la complicada relación que existía en ocasiones entre el poder civil y la autoridad eclesiástica.
Habíamos dejado nuestro relato en el año 1670, con un nuevo santero nombrado por el prioste de la ermita de Santa Águeda, que no de la hermandad. Como decimos, han pasado diez años y nos encontramos en 1680, a principios de agosto. En esos momentos el cabildo de Villalba del Alcor, envía una carta al Prior de las Ermitas (el responsable de todo lo referente a ellas en el organigrama del Arzobispado de Sevilla) solicitando su mediación y autoridad en cuestiones que tienen que ver con las finanzas de la ermita.
El documento en sí mismo es una delicia: primero se excusa, luego ensalza, reconoce su autoridad… lo transcribimos y así lo disfrutamos:
Aunque la ocasión en que pretendemos enfadar a VSa. fuera de calidad que la pudiera excusar, este cabildo no lo hace por las noticias que tiene tan grandes de su cristiandad, celo y prontitud en el despacho, y por no ser molesto en la súplica damos cuenta a V.Sa. de cómo siendo patrón y administrador este cabildo de la ermita de la Bienaventurada Santa Águeda, nombró a Francisco Jiménez Beltrán por prioste de dicha casa y los antecesores a nosotros no han puesto el cuidado que debieran en tomarle las cuentas hasta ahora que este cabildo, viendo la mucha necesidad que esta casa tenía, se determinó el tomárselas y resultó el alcance contra el susodicho que V.Sa. reconocerá por ellas y faltar las libranzas que este cabildo acostumbra hacer para su fiesta que no van cargadas por no estar el escribano de cabildo en esta villa. Y luego que venga se remitirá un tanto de ellas y de otras cosas como se articularon y probaron ante V.Sa. Y para ello atendiendo al primer supuesto nos hemos inhibido y los remitimos a V.Sa. para que como juez, caballero y cristiano mire por este negocio procurando su brevedad por la mucha necesidad que de su alcance tiene la dicha casa para su adorno y redificación; y no excusamos ponderar a V.Sa. que en conocimiento de que no podrá el dicho Francisco Jiménez Beltrán haber hecho los gastos que pretende se le abonen sin justificación más que el decirlo, se le han abonado los que nos han parecido justos sin reparar en muchos que eran dinos de reparo. Y sin embargo no acetado el alcance y siendo así que dicho cargo se lo hizo asimismo por su libro ha sido preciso el prenderlo hasta tanto que lo aceptase y atendiendo a que en los pueblos cortos estamos encadenados unos con otros y el obrar rectamente en ellos es odioso y les parece se obra con pasión determinamos descargar nuestras conciencias con la de V.Sa.
Hagamos un pequeño comentario de texto del texto anterior. En primer lugar refiere el nombramiento de prioste que en el pasado recayó en nuestro conocido Francisco, que aparecía en el artículo anterior y que lo era, al menos desde 1670.
En segundo lugar parece que los integrantes del cabildo anterior no han sido especialmente responsables en la tarea de controlar las cuentas del prioste y de la ermita y son ellos, los nuevos capitulares los que van a tener que poner en orden estos asuntos.
Seguidamente parece que a resultas de esta operación las cuentas no cuadran y hay un desfase en contra del citado prioste, ojo, sin contar los gastos generados por la fiesta.
Y lo más importante sigue siendo que la ermita tiene una constante necesidad de dinero, y el pago de esa deuda se hace más necesaria, si cabe, ateniéndonos al documento, para hacer obras en la ermita. No cabe duda de la buena voluntad de este ayuntamiento cuando, incluso, reconoce haber hecho pagos sin ningún justificante.
Parece que la cosa fue a peor y el prioste negándose a aceptar esta deuda fue “detenido” hasta que reconociera la deuda.
Para rematar, una de las últimas frases, en los pueblos cortos… es de una actualidad permanente, tan válida hoy como lo fue entonces y que muestra el alma de lo que son muchas veces las relaciones humanas, sociales en pueblos como éste.
¿Qué pasa con las cuentas de la ermita de Santa Águeda?
Ha pasado el mes de agosto sin que el cabildo haya obtenido respuesta a la petición anterior y de nuevo este ayuntamiento vuelve a dirigirse a la la autoridad eclesiástica justificando,
que este cabildo… solo pretende la conservación de la ermita de Santa Águeda…
por lo que
suplican al Prior de las Ermitas que se sirva de cometer el ajuste de las cuentas de Francisco Jiménez Beltrán, hermano mayor que ha sido de ella, del licenciado don Antonio Ramírez de Cabrera, presbítero y teniente de cura de esta villa que es un eclesiástico de mucha virtud y que ejecutará el mandato sin faltar en nada a su obligación ni perjudicar en cosa alguna a la ermita ni al dicho hermano mayor que es lo que solicitamos.
La callada por respuesta…
Y acaba el año…
La última palabra… la tiene el cabildo municipal
Estamos en febrero de 1681, casi medio año después de las demandas anteriores. El cabildo vuelve a escribir al prior pero ya sin tantos miramientos y sintiéndose agraviado.
Extrañamos mucho que V.M. … que no solo no ha enviado persona para el ajuste de las cuentas del hermano mayor de la ermita de Santa Águeda, pero tampoco se ha dignado responder a este cabildo a tres o cuatro cartas que hemos escrito sobre este particular…
Y cuando todo esto afecta a sentimientos y sentires las cosa se pone seria,
motivo que ha ocasionado mucho sentimiento a esta república por haberse quedado sin hacer la fiesta a la santa y cuando se juzgó que esta materia puesta en manos de V.Md. se alentaba, se ha atrasado…
Y claro las cosas tienen un límite y si no se hacen a bien, se hacen a mal.
considerando que no es razón dar lugar a perder fiesta tan antigua, por medio de estos renglones suplicamos a V.Md. resuelva este negocio en respuesta de esta carta? que conviene así al servicio de Dios y conservación de la ermita, donde nos, el cabildo tomará el (no se lee) que convenga haciendo lo que hasta aquí ha hecho como dueño y patrón de esta casas, quedando siempre a la disposición de V.Md.
Lo que queda claro es que por encima de todo, el cabildo, como dueño y señor de la ermita, no está dispuesto a renunciar ni demorar por más tiempo la responsabilidad que tiene en la conservación y mantenimiento de ermita y fiesta.
Conclusión
A modo de resumen creo que debemos hacer varias consideraciones.
- La ermita era propiedad del Concejo de la Villa, propiedad municipal, que nombraba un prioste para su administración, aunque los recursos económicos de la ermita eran muy pobres.
- El consejo de la villa o cabildo de la villa es patrono de la ermita de Santa Águeda y tiene la prerrogativa de nombrar prioste y santero de la dicha ermita.
- La ermita y la santa eran asistidas, atendidas y vigiladas por un santero laico, encargado de custodiar el santuario y del ornato del culto y solía ser un hombre solo o un matrimonio que vivía en una dependencia aneja.
- El ayuntamiento es consciente de su responsabilidad en la preservación de los de la ermita y de la santa.
Podríamos agregar algunas otras conclusiones pero es más que suficiente para hacernos una idea de lo que la ermita significaba para el pueblo y los conflictos que generaba su mantenimiento y administración.
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