
Uno de los temas por los que tengo especial predilección es el de los villalberos que emigraron a Indias. Vecinos de Villalba del Alcor que, en algún momento, emprendieron un viaje hacia el continente americano en busca de nuevas oportunidades y del que, a veces, nunca retornaron.
En la sección de Villaba y América, he ido incluyendo estas historias, algunas de ellas verdaderamente apasionantes porque forman parte de una etapa desconocida de la historia de Villaba del Alcor (como la mayoría de las que aquí te muestro).
Clérigos emigrados a Indias
Entre estos eclesiásticos emigrados a America, destaca por encima de todos el famoso García Ximénez Franco, el fundador del convento carmelita de Villalba. Una “oscura” y provechosa estancia en tierras americanas que le permitió, tras una buena “gestión” de sus recursos, hacer frente a tan insigne proyecto como fue el de fundar un monasterio de monjas.
Pero García Ximénez no fue el único clérigo que atravesó el atlántico en dirección a las nuevas tierras americanas. Otros hubo que también probaron fortuna (en todos los sentidos) en un territorio nuevo y de grandes oportunidades.
Aquí he tratado los casos de Rodrigo Prieto, o los hermanos Benítez y otros que, con el tiempo, iré añadiendo a esta lista.
Hoy os traigo el caso de otro clérigo que, con anterioridad a nuestro paisano fundador, decidió marchar a estas nuevas tierras y del que, desgraciadamente, no conocemos nada, apenas algún dato suelto que en nada nos ayuda a desentrañar su vida aquí y allí.
¿Y por qué lo traigo?
Sencillamente, como una muestra más de nuestra pequeña aportación, la contribución de Villalba a la construcción de una parte tan relevante de nuestra historia.
Clérigos emigrados a Indias
No bastaba con tener voluntad, deseo o interés de viajar a América. Cruzar a esa otra parte del mundo no era fácil, ni siquiera para un eclesiástico.
Era necesario obtener el permiso de las autoridades competentes en estos asuntos, en este caso la Casa de Contratación de las Indias. Desde aquí se expedían las licencias, los permisos, para embarcarse en las flotas que tenían por destino algunos de los puertos americanos.
Estas licencias requerían un proceso administrativo riguroso que garantizase que los que iban a establecerse en aquellas tierras eran las personas adecuadas y que se ajustaban a los requisitos que se exigían para tal empresa.
El caso de nuestro paisano, Juan Rodríguez, es un poco diferente aunque eso no impide que se realicen ciertas averiguaciones en torno a su persona.
Digo que es diferente por que, en su caso (al igual que pudo ser en el caso de Ximénez Franco) dispone de una cédula real. Es decir una carta del príncipe, del heredero de la corona, en esta caso nos referimos al que sería el futuro rey Felipe II, que le otorga ese merced o privilegio, el de pasar a las Indias. Un “pase de oro”, para poder emprender el viaje.
Pero a todo esto, ¿de qué años estamos hablando?
Esa es una parte interesante. Apenas hemos rebasado el ecuador de la centuria (siglo XVI), concretamente estamos en el año 1553, más de 10 años antes de que emprendiera ese mismo viaje nuestro conocido fundador carmelitano. Apenas han pasado otros 10 de la creación del Virreinato del Perú y aún no han finalizado los enfrentamientos (entre españoles) que durante años se llevaban produciendo en estas tierras.
¿Cómo consiguió la expedición de esta cédula real? Lo desconocemos.
Sabemos que tuvo que presentarla ante la Casa de Contratación para obtener la ansiada licencia para embarcarse y viajar a las Indias.
Juan Rodríguez, clérigo presbítero, digo que su alteza por esta su cédula que ante vuestras mercedes presento me da licencia para que pase a las provincias del Perú y a vuestras mercedes manda me dejen pasar sin ponerme en ello impedimento alguno.
Insistiendo en que… no sería justo que dejase de seguir mi viaje ni que perdiese el flete y por tanto, a vuestras mercedes pido y suplico me manden dar la dicha licencia…
Era cosa hecha que… dicho señores jueces dijeron que daban y dieron licencia al dicho Juan Rodríguez, clérigo, para que pueda ir en el dicho navío del dicho Juan Bautista…
Una cédula real para pasar a Indias, pero…
Ya hemos visto que nuestro clérigo tiene un “real” aval para poder realizar este viaje:
Oficiales del emperador y rey mi señor que residís en la ciudad de Sevilla en la Casa de la Contratación de las Indias, yo vos mando que dejéis y consintáis pasar a las Indias del Perú a Juan Rodríguez, vecino de Villalba, clérigo presbítero, por cuanto ha sido dexaminado en el Consejo de las Indias de su majestad y presentado en él sus letras dimisorias (cartas de ordenación sacerdotal) y licencia y aprobación de su prelado e información de su persona, linaje, vida e costumbres. Lo cual ansí haced y cumplid sin que en ello le pongáis embargo ni impedimento alguno. Hecha en la villa de Valladolid, a veinte y siete días del mes de noviembre de mil e quinientos e cincuenta y tres años. Yo, el príncipe. Por mandado de su alteza, Juan de Samano.
Ninguna objeción al respecto, pero en los días previos al embarque, nuestro paisano, tiene que probar que realmente es quien dice ser y que esta misiva real va dirigida a él. Para hacerlo presenta a varios testigos que ratifican la veracidad de estos datos. Entre ellos tenemos a otro clérigo y a un vecino de la vecina localidad de Bollullos
Ambos conocen a Juan Rodríguez,
El primero, el clérigo Juan García, clérigo presbítero, capellán en la Santa Iglesia desta ciudad de Sevilla que sabe que es vecino natural de la villa de Villalba porque este testigo conoce a Diego Rodríguez Colmenero, labrador, vecino de la dicha villa de Villalba, padre del dicho Juan Rodríguez.
El segundo es el bollulero Alonso Benítez que añade que Diego Rodríguez Colmenero que es natural de la villa de Bollullos dónde este testigo es, el cual se fue a la villa de Villalba adonde se casó y durante el matrimonio entre él y su madre hubieron por su hijo natural al dicho Juan Rodríguez…
Hechas las comprobaciones… en diez y nueve de diciembre de mil e quinientos e cincuenta y tres años, visto lo susodicho por los señores jueces y oficiales desta casa … dieron licencia al dicho Juan Rodríguez, clérigo, para que pueda pasar a las dichas provincias del Perú, poniendo edad y señas del dicho… (entre ellas que tiene 30 años, es de buena estatura y tiene los dientes holgados)
Algunos datos más
Apenas sabemos nada más de este personaje. Le pierdo la pista a partir de este momento. Desconozco si llegó a embarcar con destino al Virreinato de Perú, si completó la travesía, si formó parte de escasa nómina de eclesiásticos que se instalaron en la recién fundada Cartagena de Indias, si se instaló en Lima… nada de lo que allí hizo.
Sólo disponemos de algún dato aislado sobre sus padres.
Sabemos que casi veinte años después, en 1571, su padre Diego Rodríguez Colmenero, ejercía como sacristán de la iglesia de San Bartolomé de Villalba del Alcor.
…por cuanto la sacristía de la iglesia de señor san Bartolomé desta dicha villa está encargada a Francisco Muñoz y Diego Rodríguez Colmenero, sacristanes della, vecinos desta dicha villa…
Una tarea de responsabilidad en aquellos momentos que requería un compromiso personal y económico por que a su cargo quedaban los ornamentos y joyas de plata y seda y brocado y otras cosas de la dicha iglesia contenidos en el inventario… tal manera que los susodichos y cada uno dellos darán cuenta leal e verdadera de todas las dichas joyas, ornamentos, así de plata como de oro y sedas y lienzos y vestimentas por el inventario que dellos está fecho cuando le fuere pedida por el mayordomo que es o fuere de la dicha fábrica.
Y poco más… hasta ahora. Pero otros hubo y de ellos iremos hablando en próximas entregas.