La segunda mitad del siglo XVIII no fue precisamente una etapa “afortunada” para la iglesia parroquial de Villalba del Alcor, al menos en lo que a la edificación, a la fábrica, se refiere.
En primer lugar, el famoso terremoto de Lisboa debió provocar daños de consideración sobre esta edificación, efectos que, al igual que en el convento carmelita, acabaron redefiniendo su aspecto actual: una portada sur sobresaliente y bien rematada, una esbelta espadaña del reloj…
Pero no quedó ahí la cosa. Uno años más tarde, en 1786, este edificio se vio afectado de nuevo, esta vez con la caída de un rayo que, al parecer, tuvo también efectos devastadores.
Relacionado con este último “accidente” vamos a mostrar algunas de las gestiones llevadas a cabo por los administradores de la fábrica parroquial de San Bartolmé para afrontar los efectos derivados de la caída del rayo sobre dicho templo.
Se trata de una carta enviada por el entonces mayordomo de la fábrica de la iglesia al Prior de las Ermitas (responsable de todo lo referente a estos lugares en el Arzobispado de Sevilla) en la que le solicita el “abandono” provisional de la parroquia y el uso de otros recintos en sustitución del templo mayor del pueblo.
La carta dice así:
Muy señor mío, y de mi mayor veneración y respeto:
Después de celebrar la salud de Vm y mi señora su hermana, en P. B; se dirige esta a fin de hacer a Vm presente como en la mañana de este día los señores beneficiados y curas de esta villa han venido a obtener mi licencia para pasar al Señor Sacramentado a las dos ermitas, de Reliquias y Misericordia. Por ser estas más capaces y más proporcionadas por sus sitios que hay en el pueblo a fin de que suplan de parroquia; movido todo esto y motivado de que en el día del señor San José, entre ocho y nueve por la mañana, cayó una centella o rayo fortísimo sobre la torre de la dicha parroquia, el que después de haber destrozado el chapitel de una torre dejó al mismo tiempo ruinosa mucha parte de la iglesia por cuyo motivo se ha mandado por los dos cabildos reconocerlas por dos maestros que a la sazón se hallaban trabajando en el pueblo, a efecto de dar cuenta al señor Provisor de lo acaecido y su declaración, y han dicho contesten que está ruinosa y queriendo en nada faltar y cumplir en todo con el mandato de Vm dirijo esta con (-) por urgir por la respuesta porque quieren que en esta semana se pase dicho Señor Sacramentado para que conceda su licencia a dicho efecto o determine lo que juzgue por más acertado y con ella dar yo la respuesta a dichos señores curas y beneficiados. Yo quedo, como siempre, esperando preceptos de Vm. Y rogando a Dios Nuestro Señor conserve su vida por los muchos años, que le desea su atento y seguro servidor … Fernando de Cepeda.
La respuesta no se hace esperar y un día después se concede la licencia solicitada
… con tal que ante todas cosas el mayordomo solicite la del Señor Provisor para la traslación y obligación que otorgue en favor de las ermitas que se expresan para que queden por fin de dicha permisión en el mismo ser y estado que al presente tienen. Así lo mandó y firmó el señor don Antonio Moreno, prior de las ermitas de este Arzobispado.
Parece que durante gran parte de la segunda mitad del siglo XVIII la parroquia “delegó” sus funciones en favor de las ermitas más importantes del pueblo, y que lo que hoy contemplamos fue, en gran parte, resultado de unas obras que hubo que realizar por la “fatalidad de los fenómenos naturales”.
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