La Cofradía de la Soledad. Tan nuestra, tan antigua, tan desconocida. Una de las hermandades que, desde antiguo, ha formado parte del patrimonio espiritual, sentimental y material de Villalba del Alcor.
La cofradía de la Soledad, es a la vez, y para las nuevas generaciones, una de las asociaciones menos conocidas en nuestro pueblo. Queda memoria de la existencia de una hermandad con sede en nuestra iglesia parroquial que rendía culto a la imagen de los Dolores, que antes fue Soledad, y de la que hoy apenas quedan el recuerdo y algunas evidencias materiales.
No viene mal recordar que si bien la virgen de los Dolores es hoy una bellísima imagen que apenas recibe culto, casi desconocida para muchos, es bien cierto que la devoción a esta advocación en concreto no se remonta muy atrás en el tiempo; podríamos decir que es de una modernidad relativa. Siguiendo con el caso concreto de la Soledad de Villalba del Alcor habría que recordar que esta cofradía hacía su estación de penitencia el Viernes Santo por la tarde desde la iglesia parroquial ya que allí tenía su sede, concretamente en la capilla que todos conocemos como Capilla de los Barrera.
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Es en el siglo XVIII cuando el culto a la Virgen de los Dolores adquiere cierta preponderancia. En muchos casos, hay que adentrarnos en el siglo XIX para identificar ese trasvase entre Soledad y Dolores. Un proceso que redefine la titularidad de algunas de estas cofradías. Es posible que en el caso de Villalba del Alcor el proceso fuera similar y la que ante se conocía como Nuestra Señora de la Soledad pasó a ser conocida como Nuestra Señora de la Dolores en su Soledad (el último de sus siete dolores). Interesante sería también buscar alguna influencia servita en este cambio de advocación, como auténticos motores y promotores del culto y de la devoción a la virgen de los Dolores
Por tanto no viene mal recordar que si bien la virgen de los Dolores es hoy una bellísima imagen que apenas recibe culto, casi desconocida para muchos, es bien cierto que la devoción a esta advocación en concreto no se remonta muy atrás en el tiempo; podríamos decir que es de una modernidad relativa. Siguiendo con el caso concreto de la Soledad de Villalba del Alcor habría que recordar que esta cofradía hacía su estación de penitencia el Viernes Santo por la tarde desde la iglesia parroquial ya que allí tenía su sede, concretamente en la capilla que todos conocemos como Capilla de los Barrera.
Nuestro relato de hoy, indudablemente relacionado con esta cofradía, lo vamos a centrar en un corto periodo de tiempo de su larga vida como hermandad. Breve pero intenso. Fueron unos años de cambios, mudanzas, incertidumbres y “disgustos” de los que apenas quedaron referencias históricas en nuestra memoria colectiva, apenas unos datos que hoy forman parte de la tradición popular, sin más base documental que unas referencias rutinarias a lo largo de los años.
Quizás sea el momento de despejar este asunto, aportando algunos datos al respecto.
Recordemos ese dato de consenso que todos compartimos en algún momento y repetimos de manera instintiva:
Es el tipo de texto que hemos visto repetido incontables veces, transmitido y copiado una y otra vez, pero… ¿qué hay de verdad en todo esto?
En este “informe” nos vamos a remontar a principios del siglo XVII, concretamente a los días que transcurren entre el final del mes de noviembre y el arranque del mes de diciembre del año 1605.
En esos momentos se comienza a escribir un capítulo en la historia de la Cofradía de la Soledad que, como ya hemos comentado, sin ser trascendente, no deja de ser peculiar por la misma naturaleza del hecho. Es un relato que pueda llegar a desvelar, en parte, esas referencias que durante muchos años han estado ahí, sin que acabáramos de comprenderlas.
¿Qué sucedió a finales de 1605?
Apenas iniciado el último mes del año 1605 tiene lugar un acontecimiento por el que a esta Hermandad de la Soledad, una institución aún joven y con poco recursos, se le otorgan ciertas propiedades.
No es más que el legado que una vecina de Villaba del Alcor, doña María Gijón, dejó en su testamento con destino a esta cofradía. Se trata de unas casas, sí, de unas casas en la calle de Maraver que se le dan en posesión a Hernán Ruiz Donza, hermano mayor de la cofradía de Nuestra Señora de la Soledad desta dicha villa.
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