Hablar del patrimonio artístico de Villalba del Alcor es hablar, inexcusablemente, del convento carmelita de San Juan Bautista. Hoy vamos a dedicar este artículo a dos antiguas imágenes de este convento villalbero. En concreto, las tallas de Santa Teresa y San Alberto, dos obras contratadas a principio del siglo XVII al artista Blas Hernández Bello. Y para que no sea una simple exposición de datos nos detendremos en un detalle que hace que esta noticia tenga un carácter un poco más emocional.
Una fundación reciente
Nos vamos a remontar al verano de 1619. Villalba ya cuenta con un nuevo convento. Apenas han transcurrido unos meses de la llegada de las nuevas inquilinas al cenobio villalbero y el fervor por la nueva fundación se respira en el ambiente.
Entre sus paredes se comienzan a tomar decisiones. Cada una de estas disposiciones, cada acción que se va ejecutando a lo largo de estos primeros meses, está destinada a afianzar y cimentar la nueva fundación. Y no menos importante es crear un espacio que mueva a la devoción de la comunidad a través de la realización y exposición de imágenes relacionadas con la orden. Para ello, nada mejor que comenzar con dos de los santos más emblemáticos: Santa Teresa nuestra mística, visceral y humilde santa y San Alberto, patriarca y legislador de la vida carmelitana.
Imágenes del convento carmelita de Villalba
Como ya dijimos, a principios del verano de ese año fundacional el padre carmelita Melchor Vázquez encarga un “trabajito» a un escultor, imaginero de Sevilla, que cercano a los sesenta años, y ya llegando al final de su carrera, se compromete a ejecutarlo.
Sepan cuantos esta carta vieran como yo, Blas Hernández Bello, escultor vecino de esta villa de Sevilla …otorgo… con el padre Melchor Vázquez de la orden de Nuestra Señora del Carmen, hacer y entregar dos santos de talla de madera de cedro que han de ser la madre Teresa de Jesús y Santo Alberto, con su cruz en la mano, de cinco cuartas de alto y una cuarta de peana, que viene a ser de vara y media cada santo, los cuales se obligó a facer desde hoy en adelante…
En 1931, siguiendo las indicaciones del profesor Sancho Corbacho, parece ser que existía en el retablo del lado de la Epístola, el que costeó Francisco de Cepeda, una escultura de Santa Teresa, pero de tamaño natural y de fecha más avanzada que la de esta escritura. Por otro lado, en la parte superior del retablo mayor (una obra de finales del XVII) existía un San Alberto, pero también de tamaño natural y de la época del retablo.
Una vez hecha esta aclaración, sigamos. Es un encargo que el artista tiene que realizar en un corto plazo de tiempo:
la dicha santa se la entregaré, en todo, el mes de agosto de este año,,, y el dicho San Alberto, en todo, el mes de septiembre de este dicho año…
El trabajo se paga en varios plazos de que sale cada paga trece ducados y tres reales y veintidós maravedíes.
Un año más tarde este mismo autor contrata con el convento la ejecución de una imagen de San Juan Bautista, una imagen que en los años treinta del pasado siglo, esta sí, aún permanecía en una hornacina lateral del retablo mayor.
Blas Hernández Bello
El salmantino Blas Hernández Bello es un escultor de segundo orden, a caballo entre el final de un renacimiento que va dando paso a nuevas formas de expresión y un incipiente barroco que comienza a despuntar en formas y expresividad. Hay que pensar que estamos en una Sevilla en la que en estos años se realizan obras de tanto calado como Nuestro Padre Jesús de la Pasión (sobre 1615), obra de Juan Martínez Montañés, vecino y fuente de inspiración de algunas de las obras finales de nuestro escultor.
Reflexión final
Pensemos que estamos en esos días calurosos del verano de 1619. Hace algo más de 30 años que Teresa de Cepeda ha muerto. Esta monja, reformista, viajera, escritora, mística, revolucionaria y emprendedora, como diríamos hoy, humilde y obediente y, por encima de todo, audaz en su compromiso, entrega y divulgación del mensaje divino, no fue beatificada hasta 1614. Es decir que la comunión de este convento villalbero con la figura de Santa Teresa es firme desde el primer momento, antes incluso de que fuera canonizada y elevada a santidad, algo que sucedió en 1622, cinco años después de la hechura de esta imagen.
Esta santa con la que el convento se sintió siempre tan identificado se convirtió en la primera Doctora de la Iglesia en 1970, con el papa Pablo VI.
Y la vinculación de este pueblo, el convento y la santa abulense no queda aquí. De eso ya hablaremos otro día.
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