Siguiendo con nuestra especial vocación americanista volvemos a publicar un artículo con contenidos que nos vinculan con tierras americanas, con las Indias y con la huella que nuestra presencia dejó en estas tierras.

De Villalbas, vinos y ortografía
Que Villalbas hay muchas en España, es evidente. Que hasta 1916 existieron dos “Villalba del Alcor”, también. Por lo tanto, no es de extrañar que el nombre de Villalba (por significado o sonoridad) haya sido utilizado para dar nombre a otros muchos enunciados.
Así, tenemos hasta dos Marquesados de Villalba (de los Barros, 1567; de los Llanos, creado en 1663), además de un Ducado (casi anecdótico) y un Condado.
Ante tal proliferación de títulos no es extraño que este nombre haya servido, incluso, para etiquetar diferentes tipos de vinos de nuestro país. Tanto es así que la bodega que hoy garantiza la pervivencia de los afamados vinos de Villalba del Alcor haya tenido que crear un pequeño “trampantojo” con este término para identificarse con el origen y cuna de sus caldos aprovechando que la grafía antigua no distinguía entre la “b” y la “v” y que en muchos casos esas letras se asemejan a una “u”. ¡Chapó!
Nota: Me aventuro a dar esta explicación porque no he podido encontrar otro argumento que pueda justificar el uso de esta expresión y porque (esta es la buena) ¡se ajusta a este relato!
De Villalba, marqueses y marquesados
Todo esto de los nombres y títulos nobiliarios no es más que un pequeño desvarío debido a una curiosa asociación de ideas. Os lo explico.
Hay documentos que, ya sea por lo enrevesado del texto (comparable a la letra de algunos médicos), por su estado de conservación, por la calidad de la tinta o por cualquier otro motivo, nos obligan a leer, releer y requeteleerlos una y otra vez, provocando que entremos en un bucle de confusión que a veces llega a ser desesperante.
Y eso fue lo que me sucedió con una palabra que, al requeteeerla una y otra vez, no acababa de encontrar la transcripción correcta. Se trataba de la palabra “Villal?a”, no sabía si la letra que faltaba era una u, una r, una t o una b. El texto parecía indicar que el autor no había tenido un buen día.
En ese momento recordé la mencionada “ilusión” ortográfica que da nombre a esta bodega villalbera, “Villalúa”. Visto así era una manera de hacernos ver “Villalba” con ese juego de letras ·”fantasmas”.
Lo cierto es que, finalmente, todo se resolvió. Se acabaron los desvaríos y la confusión. La palabra no era otra que VIllalta. Un poco de desilusión aunque no tanta sabiendo la cantidad de “Villalbas” a las que podría hacer referencia el texto.
Esta pequeña historia la podríamos calificar como una simple anécdota, sin más pretensiones que la de ofrecer cierta distracción para mis lectores … pero, pero …Ya sabéis que en estos artículos no doy puntada sin hilo.
Villalta, no es Villalba pero casi
La palabra Villalta hace referencia a un título nobiliario.
Sí, sí, en concreto al Marquesado de Villalta, un título de nobleza otorgado por el rey Carlos II, por un Real Decreto de 1668.
Se trata de un título de nueva creación que le fue concedido a Gonzalo de Herrera y Tapia, un hidalgo que emigró a las provincias americanas, a las Indias, casi 40 años antes . Allí se casó en 1630 y ascendió en su carrera política, llegando a ostentar importantes puestos de la administración indiana.
Y os preguntaréis ¿por qué dedicarle nuestra atención? Ya os lo podeís imaginar.
Este indiano era natural de Villalba del Alcor, un antiguo paisano nuestro, uno más, que fue protagonista de la historia de España.
Lo de villalbero le venía “de familia”, su padre, Gonzalo de Herrera y de la Torre, también nació en nuestro pueblo.
Una fecha señalada
Publicar este breve artículo en este día tan señalado viene al caso porque un 12 de octubre de 1672 el Gobernador de Cartagena de Indias (Nuevo Reino de Granada) envía una carta al rey para informarle de la calidad, méritos y servicios de don Gonzalo de Herrera, hijo primogénito del Marqués de Villa alta, quien sirvió el puesto de Sargento Mayor desta plaza en interín.
En ella, don Pedro de Ulloa Ribadeneira solicita al rey que se sirva de premiar este sujeto conforme su calidad y servicios, que Don Gonzalo de Herrera, hijo primogénito del Marqués de Villa alta a que sirve a Vuestra Majestad de veinte años a esta parte de capitán de infantería de la compañía que asiste en la tierra adentro que esta acude a defender el río grande de la Madalena, y los años pasados con las noticias que hubo de que el enemigo quería invadir esta plaza me consta acudió con mucha puntualidad al socorro della con dicha su compañía socorriendo los soldados a su costa…
Tanto él como su padre, Gonzalo también como hemos visto, se convirtieron en pilares fundamentales en la defensa y sostenimiento de esta ciudad tan ligada a relatos fabulosos que estimulan nuestra imaginación con sus historias de invasiones, piratas, negros cimarrones y proezas gloriosas (véase Blas de Lezo casi un siglo después).
Un familia, la de los Herrera, emparentada con la conocida estirpe de los Osorno del vecino pueblo de Manzanilla. Comparten ascendencia común.
El famoso Manuel Félix de Osorno (Regimiento de Triana y su relación con la Virgen del Valle), llevaba como segundo apellido el de su familia materna: Herrera. Su tío-abuelo materno fue el I Marqués de Villalta, Gonzalo de Herrera.
No sería extraño que un hermano de Manuel Félix, emigrado a América a finales del siglo XVII acabara conectando con el círculo de los Herrera en Cartagena de Indias.
La guinda de este relato
Hasta aquí todo resulta abrumador, inmerso en una historia de España que apenas tiene conexión con nuestra vida como núcleo rural de escasa relevancia.
Pero siempre existe un dato, un detalle que nos conecta con la parte más sensible, más cercana de nuestra tierra.
Lo más curioso de esta historia, y para nosotros quizás sea lo más relevante, lo encontramos en ese detalle, en ese dato que pone de manifiesto que estos indianos, emigrantes, viajeros, aventureros, cuando emprendían una nueva vida en tierras americanas, al otro lado del mundo, en la mayoría de los casos no olvidaban la tierra que los vio nacer. Tradiciones, vivencias y devociones que no ocultaron y con las que, con seguridad, se sintieron siempre identificados.
Como en este caso…
Al otro lado del mundo nuestro marqués no olvidó esas viejas tradiciones, y las vivencias de las que, seguro, fue testigo y partícipe.
Así podemos entender el “detalle” que tuvo con la cofradía de la Misericordia: una “limosna” de 200 pesos de plata doble que están en poder de dicha cofradía los cuales para dicho efecto envió de Indias el señor Marqués de Villalta, natural desta villa, sin olvidar que este “regalo” llevaba sujeto una obligación: la de dar cada año seis arrobas de aceite a la Casa de Nuestra Señora de las Reliquias. La imagen por la que, tal vez, sintiera especial devoción.
Añadir que muchos de los descendientes de estos primeros marqueses acabaron en Cuba donde construyeron un palacio en La Habana que se mantuvo en pie hasta mediados del siglo XX (foto del artículo).
Y ya sí, como detalle final destacar que hoy podéis reservar habitación en uno de los hoteles más lujosos de Cartagena de Indias. Su nombre: “Marqués de Villalta”.
Espero que os haya resultado de interés, o simplemente que os haya gustado. Si es así, puedes compartir este artículo en redes sociales.
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