Vamos a ser breves y cómodos. Con la llegada del buen tiempo se nos hace casi imposible no recordar parte de un texto que ya publicamos hace unos meses y que hemos querido rescatar con el riego de ser pesado. Es nuestra manera de reivindicar, una vez más, y, utilizando esa coletilla descafeinada y pretenciosa, poner en valor uno de los elementos que hacen de Villalba un lugar diferente y singular.
«Villalba dispone de un elemento con un potencial extraordinario y que ofrece grandes posibilidades para su aprovechamiento no comparable a ningún otro pueblo de su entorno. Es su plaza. Este espacio, único por su ubicación, por su escenografía, por su ambiente, en definitiva, por su vida y por su vitalidad, ofrece el marco idóneo para un aprovechamiento en cualquier, en todos los ámbitos ciudadanos. Reunir en un mismo recinto a los abuelos, padres, jóvenes, niños, es el perfecto paradigma de cualquier promotor (social, cultural, deportivo, e incluso político). Una plaza llena de vida, día tras día, a lo largo de varios meses, con un entorno espectacular, donde no hay que llevar a la gente, es la gente la que le otorga el valor a ese espacio. Y ahora vienen las preguntas pertinentes: ¿Por qué no se aprovecha este espacio-vida-entorno? Una programación veraniega amplia y diversificada para todas las edades completaría un calendario festivo-cultural-social-veraniego que culminaría con la explosión festiva de las fiesta carmelita (y no vale recurrir a la manida excusa de complejidad o falta de presupuesto; se trata de poner en práctica un poco de imaginación, interés y esfuerzo colectivo).»