Patrimonio es un concepto de origen romano referido a los bienes que pertenecen a una familia, al grupo de personas descendientes de un tronco común, y de forma más amplia a la herencia que nos pertenece por ser quienes somos, por la pertenencia a una comunidad determinada. Si así lo aceptamos, me pregunto si seremos capaces de sobrevivir como entidades sociales, históricas, únicas y diferentes renunciando a nuestro patrimonio; si seremos capaces de conservar nuestra identidad, de proyectarla en el futuro, sin el sustento de una herencia común, de unos bienes compartidos, para convertirnos en simples usuarios de un tiempo y un espacio.
Es paradójico comprobar cómo ante cualquier acto que afecte a nuestro entorno natural, a nuestro medioambiente, nos llevamos las manos a la cabeza, indignados y reclamando la más terribles penas para los autores de tamaño acto. Cuando ese inestable equilibrio natural se rompe en un determinado momento por la imprudencia, error o desliz de un contribuyente o por la acción premeditada de un desaprensivo sentimos el daño como algo muy cercano. Sin duda, admirable. La contradicción de esta situación radica en la dejadez, la incapacidad y la falta de interés que mostramos ante otros atropellos que se hacen de ese mismo entorno y que, en muchos casos, disculpamos, justificamos o simplemente ignoramos.
Nos atiborran de campañas concienciadoras sin reparar en gastos de presupuestos, de mensajes publicitarios que apelan a nuestra conciencia, a nuestros sentimientos, que nos hacen compartir una responsabilidad que sin duda, en último término, tenemos. Los más pequeños, desde que tienen uso de razón saben de contenedores verdes, azules, marrones, amarillos… Se proyectan obras de ingeniería, se invierten cantidades desorbitadas para poner a salvo, para recuperar, para conservar una parte de ese entorno del que somos una pieza más. Es innegable la importancia que tienen estas iniciativas, del valor de cuidar, conservar y concienciar a quienes formamos parte de esta comunidad de los riesgos de romper ese equilibrio. Es un empeño que nos identifica como seres inteligentes dotados de conciencia.
Pero he aquí que los esfuerzos por conservar y mantener ese entorno en el que nos desenvolvemos tienen diferente intensidad en función del objetivo al que se destinan los recursos, siempre disponibles cuando se trata de asuntos relacionados con lo más inmediato, lo más vistoso. Todo aquello que tenga que ver con el pasado, con la herencia que nos dejaron nuestros antepasados, con todo aquello que, en gran medida, explica lo que hoy somos, no parece tener la importancia de lo inmediato. Da la sensación, o al menos a mi me lo parece, que recuperar nuestro pasado común pudiera avergonzarnos.
Sencillamente, resulta más fácil, y menos comprometido adoctrinar sobre el uso de contenedores verdes, amarillos, azules o marrones… (algo imprescindible, sin duda) que dar a conocer, sacar a la luz la MEMORIA de hechos, decisiones, actuaciones, situaciones, que, nos guste o no, han condicionado una parte de nuestras vidas, de nuestras tradiciones y costumbres; nos han dotado de las peculiaridades en las que hoy nos reconocemos, o reconocemos a nuestros mayores. Frente a la campaña del folleto y cartel del primer caso se sitúa el gran desafío intelectual, el compromiso a largo plazo que requiere el constante esfuerzo por comprender quienes somos a través de las pocas referencias, pocas ya de cal, ladrillo y mortero, que nos quedan de ese pasado apenas intuido.
Solo quiero recordar a quien tienen la responsabilidad de gestionar nuestra herencia, nuestro patrimonio, que renunciar a mantener en pie las huellas de nuestro pasado, a conservar esa parte de nuestro legado histórico significa desprendernos de nuestra esencia como villalberos, resultado de un pasado común y de nuestros actos presentes. Como sujetos históricos que somos, estamos obligados a ofrecerles a las generaciones futuras la posibilidad de seguir siendo lo que todos, al fin y al cabo, queremos seguir siendo: villalberos.
(1) Este texto coincide en el tiempo con una iniciativa puesta en marcha en Facebook por un villalbero con la intención de sacar a la luz parte de nuestro legado documental y gráfico. Sean bienvenidas acciones como esta.