Después de contemplar el nuevo y mejorado aspecto que presenta la iglesia del convento carmelita de Villalba del Alcor, de recrearnos en su techumbre, de admirar el trabajo de los artífices de esas magníficas estructuras en madera, no podemos dejar de pensar en los carpinteros de hoy, herederos de un antiguo oficio y en los viejos carpinteros de Villalba del Alcor, como el maestro carpintero Alonso de Bayas.
En España, una de las épocas de mayor esplendor del oficio de carpintero se alcanzó entre los siglos XIV y XVI, el gran momento de las grandiosas armaduras de lazo en las que se dieron la mano la tradición hispano-musulmana y la capacidad técnica de los carpinteros castellanos. El resultado fueron asombrosas techumbres semejantes a la que podemos disfrutar en la iglesia del convento carmelita de Villalba del Alcor.
El nombre que recibían los trabajos y labores de carpintería relacionados con la construcción era carpintería de lo blanco, posiblemente porque, en su mayoría, las piezas que se realizaban relacionadas con esta actividad procedían de los pinos, y el color de estas piezas al ser cortadas presentan ese color blanquecino característico. Es un término muy amplio que también incluye a quienes elaboraban muebles o esos trabajos de artesonados y armaduras.
Los carpinteros de lo blanco formaban parte del gremio de carpinteros, donde también se incluían los carpinteros de tienda (fabricaban muebles, puertas y trabajos de ebanistería) y carpinteros de armar (se encargaban de realizar las estructuras arquitectónicas por piezas y de ensamblarlas en su ubicación definitiva).
La carrera del carpintero comenzaba como aprendiz en algún taller. Allí iba progresando y se le instruía en los secretos del oficio. Los aprendices eran niños y jóvenes que ingresaban en el taller tras firmar un contrato de aprendizaje (como en casi todas las artesanías). Se comprometían a vivir y permanecer bajo las órdenes del maestro durante una serie de años. El maestro, a cambio de una pequeña cantidad económica, estaba obligado, entre otras cosas, a vestirlos y alimentarlos, y a instruirlo en el oficio. Tras el periodo de aprendizaje, y mediante un examen realizado ante varios maestros, podía independizarse y abrir su propio taller, adquiriendo así el rango de maestro.
Y todo esto viene a cuento ¿de qué?
Nos vamos a remontar a mediados del siglo XVI, a un frío día del mes de enero en Villalba del Alcor, cuando
ante el escribano y el alcalde ordinario paresció Alonso de Bayas, carpintero, diciendo haber aprendido el oficio de carpintero de lo blanco.
Solicita que lo examinen del oficio y para ello se recurre a dos examinadores, carpinteros del pueblo, Alonso Fernández y Antón Ruiz que
examinaron al dicho Alonso de Bayas de unas puertas tableros atadas con unos perfiles e de una armadura de par y nudillo
a resultas de lo cual
le han hallado a bien e suficiente para poder tener tienda en dicho oficio
Y visto esto por el alcalde
dijo que había e hubo al dicho Alonso de Bayas por maestro examinado de dicho oficio de carpintero de lo blanco… e dio licencia al dicho Alonso de Bayas para que pueda tener y tenga tienda del dicho oficio donde quiera.
Y allí estábamos, recordando al maestro carpintero Alonso de Bayas, contemplando esa techumbre carmelita, pensando que tal vez, los talleres o los discípulos y aprendices, los herederos de estos maestros de la carpintería de lo blanco pudieron participar en la construcción de este convento, de esta iglesia, en la construcción de estructuras tan hermosas como éstas.
Eso sí, teniendo siempre muy presente que siglos después este oficio sigue teniendo una representación dignísima en Villalba del Alcor.
El lunes nos leemos con más y mejor.