Con la reciente celebración de los últimos festejos de nuestro pueblo y a raíz de la lectura de un artículo sobre las posibilidades que las fiestas locales ofrecen a los municipios para promocionarse, Cómo “vender” las fiestas para atraer turismo y promocionar la ciudad en el blog de Celestino Martínez (Comunico, luego vendo), nos planteamos hacer algunas consideraciones sobre este tema y su efecto en un municipio como Villalba del Alcor. Partimos de una serie de afirmaciones generales que luego iremos aplicando a nuestro caso concreto.
En primer lugar, el autor hace referencia a varias cuestiones determinantes en la “venta” de las fiestas de las que nosotros hemos seleccionado las tres que juzgamos de especial relevancia. Por un lado tenemos el valor diferencial, aquello que hace que la fiesta sea única y diferente al resto de las de su entorno; por otro, una oferta atractiva, ya sea globalmente o por algo en particular; y, finalmente, la información, ese elemento tan complejo destinado a promocionarla, a ofrecer al visitante, al vecino, todo lo que necesita saber para, entre otras cosas, animarlo a participar en ella.
Una vez establecidas estas claves es el momento de aplicarlas y de hacer algunas puntualizaciones en un caso concreto que por su cercanía temporal y por su relevancia podemos considerar ciertamente significativo: Las Fiestas de la Virgen de Carmen. Desde aquí nos limitamos a proponer, sin caer en la ingenuidad de denostar o lastimar a ninguna organización, gestor o administrador público o privado.
La fiesta en sí misma no deja de ser una verbena popular (de las que encontramos infinidad a nuestro alrededor) con un profundo sentido religioso en el que la parte festiva queda supeditada a la parte religiosa, al aspecto devocional de la fiesta. Sin dejar de ser un hecho relevante hay otros aspectos que nos llaman la atención de manera significativa. Comencemos por los más generales:
- Esta fiesta tiene el valor añadido, y nunca ha dejado de tenerlo, de concentrar y congregar en torno a ella el sentimiento familiar, comunal, comunitario de la localidad. Una fiesta que marca el final y el principio de un ciclo (de ahí su importancia), una razón que explica en gran medida la singularidad de reunir en torno a ella a villalberos de cuna, adopción, ascendientes y descendientes de dentro y de fuera, residentes y emigrados. Un detalle que siempre ha sido inherente a esta fiesta y que si bien adquirió más importancia en otros tiempos (por cuestiones logísticas) hoy sigue manteniendo un peso indiscutible en su definición (por la propia transformación en los hábitos de vida). Es la gran baza con la que cuenta esta fiesta. Y la pregunta se palpa en el ambiente: ¿Qué podemos hacer para mantener y revalorizar este importante patrimonio emocional?.
- Otro aspecto que merece nuestra reflexión es un hecho que ya hemos apuntado con anterioridad. Se trata de un evento que marca el fin de un ciclo anual y de una etapa concreta, el verano. La culminación de un periodo festivo y vacacional. Pero, ¿remata realmente algo? Este punto requiere una reflexión más profunda. Villalba dispone de un elemento con un potencial extraordinario y que ofrece grandes posibilidades para su aprovechamiento no comparables a ningún otro pueblo de su entorno. Es su plaza. Este espacio, único por su ubicación, por su escenografía, por su ambiente, en definitiva, por su vida y por su vitalidad, ofrece el marco idóneo para un aprovechamiento en cualquier, en todos los ámbitos ciudadanos. Reunir en un mismo recinto a los abuelos, padres, jóvenes, niños, es el perfecto paradigma de cualquier promotor (social, cultural, deportivo, e incluso político). Una plaza llena de vida, día tras día, a lo largo de casi tres meses, con un entorno espectacular, donde no hay que llevar a la gente, es la gente la que le otorga el valor a ese espacio. Y ahora vienen las preguntas pertinentes: ¿Por qué no se aprovecha este espacio-vida-entorno? Una programación veraniega amplia y diversificada para todas las edades completaría un calendario festivo-cultural-social-veraniego que culminaría con la explosión festiva de las fiesta carmelita (y no vale recurrir a la manida excusa de complejidad o falta de presupuesto; se trata de poner en práctica un poco de imaginación, interés y esfuerzo colectivo).
Centrémonos ahora en lo concreto, en un acontecimiento determinado (no hacemos referencia al toro de cuerda a sabiendas del innegable poder de convocatoria que tiene, con muchas más carga sentimental y popular que el resto de toros que disfrutamos a lo largo del año).
- La Maratón, esa carrera popular que cada viernes de la fiesta concentra a decenas de corredores. Esta cita anual se ha convertido en un “reclamo” de primer orden para el pueblo. A falta de otras citas o referentes locales de importancia en otras esferas de la vida municipal, los eventos deportivos (fútbol, pádel…) se convierten es un foco de atracción para aficionados, pero, a nuestro entender, ninguno tiene el tirón de esta prueba. Su calificativo de “popular”, es decir, abierta a todo aquel que quiera participar y sentirse protagonista es claramente significativo. Y por si fuera poco, llevamos ¡32 ediciones!, 32 años convocando corredores, clubs, familias que vienen desde distintos lugares para participar en esta “fiesta del deporte villalbero”. Desconocemos si algún acontecimiento deportivo ha tenido tan dilatada vida en nuestro pueblo pero es indiscutible que tener una actividad como esta es un privilegio para todos nosotros. Ahora bien, hay algo que no acaba de encajar en este relato y es uno de los aspectos, que si bien podríamos aplicar al resto de elementos tratados más arriba, aquí adquieren una mayor relevancia. Nos referimos a la “información” o a la insuficiente comunicación sobre ella. Si buscamos en Google “carrera popular Villalba del Alcor 2013” aparecen algunas referencias previas a la celebración del evento en prensa, (bis) además de las recogidas en las webs de asociaciones deportivas, clubs y otras entidades de este tipo. No hay una verdadera estrategia de comunicación previa y posterior al evento. No se sabe “vender”. Nada de convocatorias, presentaciones, promoción, difusión o campaña. Creemos que la rutina se ha convertido en el gran obstáculo que lastra cada año este acto. Invertir en promoción no significa gastar enormes cantidades de dinero, se trata de aprovechar la capacidad de generar expectativas que permite cada año un reputado acontecimiento como éste.
Para resumir, en algún momento deberíamos apostar por lo que realmente merece ser conocido y difundido de nuestro pueblo en el apartado festivo (es el caso de otra fiesta local que tiene como protagonista a una patrona de tradición castellana enraizada en el profundo sur con una apetitosa fiesta gastronómica o la, insistimos, vitalidad de “una plaza de todos y para todos”). Con imaginación, una buena gestión de recursos y el apoyo de todos tal vez consigamos, finalmente, esa oferta atractiva que redunde en beneficio de todos.