La guerra con el francés a principios del XIX había generado un estado de inseguridad, miseria y abandono cuyas consecuencias se dilataron en el tiempo y que, unidas a la posterior acción desamortizadora del gobierno propio, acabaron arruinando durante años la notoria labor de esta hermandad de la Virgen del Carmen durante el siglo precedente.
Tras un periodo tan crítico como el de la guerra es revelador como, tras otros intentos anteriores, en 1824 se intente poner cierto orden y fijar unas normas de actuación que permitan revitalizar la hermandad después de un periodo tan nefasto. El documento, el acta de la reunión de ese día de agosto, es una completísima fotografía de los hechos ocurridos durante los años precedentes, el primer cuarto del siglo XIX, las causas (incluida la intervención divina) y las consecuencias resultantes de tales acontecimientos.
Hemos querido transcribir el documento completo porque es suficientemente descriptivo y claro y apenas necesita interpretación alguna (1).
En la villa de Villalba del Alcor, en ocho días del mes de agosto de mil ochocientos veinticuatro, ante el M. R. P. Prior fray Antonio de Burgos, observando la decadencia de la hermandad de N. M. y Sra. del Carmen que por el fallecimiento del señor Rafael de Salas, prior interino de esta tercera orden; como por el fallecimiento de algunos “difinidores” (2) de ella; por no haberse(n) dado las cuentas correspondientes de ella anualmente; que por lo que ha padecido Nra. Sra. Religión con motivo de la invasión y la intrusión de las tropas francesas napoleónicas en nuestro patrio suelo y habiendo separado a los religiosos de sus respectivos conventos; y ya, finalmente, a causa de lo mucho que han padecido las religiones en el tiempo del gobierno constitucional que es desde el siete de marzo de mil ochocientos veinte hasta el primero de octubre de mil ochocientos veinte y tres en que el Rey Nuestro Señor, el Sr. D. Fernando 7º de Borbón (Q.D.G.) fue restituido al trono de sus mayores con la plenitud de sus derechos soberanos, auxiliado de las tropas francesas al mando del Serenísimo Sr. Infante Duque de Angulema de Borbón y de las tropas realistas españolas, a cuyas armas se adhirió la mayor parte de este católico reino. Ya por dichas razones como por habérsenos rebelado nuestras vastas Américas cuyo ingreso de metálico tanta falta nos hace, siendo forzoso que esta falta gravite o recaiga sobre nosotros en las Reales Contribuciones para sostener las pensiones del estado, recayendo esta penuria sobre el infeliz estado en que nos dejó la invasión de dichas tropas napoleónicas a causa de las excesivas contribuciones violentas que nos impusieron y exigieron a la fuerza; a que se llega que ya por el consumo pródigo de dichas tropas extranjeras; ya porque la M(ajestad) D(ivina) irritada contra nosotros por nuestros pecados y ninguna enmienda nos negó las cosechas y fue forzoso proveernos de granos extranjeros, los cuales nos extrajeron mucho metálico; y ya, finalmente, con motivo de la introducción que ha habido en nuestro reino de cocos (?¿), (sarafas ¿?), tabacos y otros géneros superfluos de contrabando que nos han extraído mucho dinero a Inglaterra.
Todos estos hechos y antecedentes han puesto a nuestro reino en el mayor estado de indigencia y, de consiguiente, las hermandades, congregaciones, cofradías, santuarios y obras pías participan de la misma enfermedad.
Hagamos un paréntesis antes de continuar. Nos movemos en unos años muy convulsos. Entre 1820 y 1821 se decreta el cierre de muchos conventos en España. En Villalba del Alcor tenemos una muestra de la situación de esos años. A primeros de junio de 1821, Fray Antonio de Burgos escribe una carta al Provisor del Arzobispado de Sevilla confirmando que ha recibido el oficio por el que se suprime el convento y sus religiosos se uniesen al de San Juan del Puerto y que se lo notifica a la comunidad. Un mes después, en julio, D. Alejandro de Grados y Quesada y D. Manuel de Rivas, curas de la parroquia, escriben al Sr. Provisor de la diócesis que con motivo de que se ha suprimido en esta población un convento de carmelitas calzados se ha hecho inventario de la ropa de la sacristía para distribuirla entre las iglesias más pobres y añaden la que tenemos el honor de servir sino ocupa en el día el último lugar es de las más necesitadas pues hasta carece de vestuarios para celebrarse el santo sacrificio de la misa Por estas y otras cuestiones relacionadas con los ingresos, le solicitan se sirva destinar para el servicio de esta iglesia pobre todos los efectos pertenecientes a el culto que existen en el dicho convento (3).
Pero, continuemos con el documento anterior…
Deseoso dicho R. P. Prior del convento de Nuestra Madre y Señora del Carmen Calzado de la Antigua y regular observancia, que esta Sra. Hermandad del orden 3º no venga a mayor decadencia sino que se fomente en honor a nuestro Redentor Jesús, a su Madre Santísima y Nuestra Señora del Carmen, convocó intraclaustra de dicho convento por medio del muñidor de dicha hermandad a cuatro «difinidores» de ella que aún existen y lo son, D. Isidro Jiménez, los señores Juan Vázquez, José Romero y Pedro de Santa Ana, y les propuso que mediante a estar tan próximos el último domingo de agosto en el que hacen su gran función eclesiástica los hermanos de dicha orden 3ª, era preciso el nombramiento de prior, subprior, los cuatro «difinidores» y escribano que autorice los acuerdos pues de lo contrario se desplomará tan santa devoción y carecerían los fieles devotos de los sufragios e indulgencias que los Sumos Pontífices han concedido a los cofrades que visten el Santo Escapulario.
Dichos señores, hechos cargo de tan justa exposición votaron (¿?) nombrando de prior de dicha orden 3ª a D. Isidro Jiménez de Roldán, de subprior al Sr. Manuel de Orta y de “difinidores”, 1º al presbítero D. Juan de Cáceres, 2º a D. Francisco Zambrano, 3º al Sr. Juan Baptista Sevillano y 4º al Sr. Juan Romero; y de secretario de esta confraternidad al que lo estaba de interino, D. Benito de Azcona; quienes, estando presentes en esta convocatoria con otros varios hermanos, aceptaron sus respectivos encargos y acordaron lo siguiente:
- Permanecer en sus empleos no solo hasta la conclusión de la función de Nuestra Madre y Señora de este año, si también hasta finalizar la del próximo año entrante de mil ochocientos veinte y cinco.
- Que todos los años se nombren los individuos de prior y demás como es de regla a no ser que los que estén en actual ejercicio sean muy oportunos no solo para la conservación si también para el aumento de esta santa hermandad cuya continuación deberá pedirse y suplicarse por la mayor pluridad de hermanos.
- Que dichos individuos deberán nombrarse con arreglo al estatuto o fundación según la regla, que no ha podido verificarse según ella y en todas sus partes en este año porque lo han imposibilitado varias circunstancias que han concurrido, con la protesta de verificarlo desde el año que viene.
- Que los sujetos que han de nombrarse para estos encargos han de ser decididos afectos a la santa religión que profesamos, al rey, a la nación, poseídos de buenos sentimientos morales, políticos, religiosos e idóneos,como íntegros.
- Que el muñidor, que es el cobrador, ha de rendir cuentas mensualmente al escribano de la hermandad y este al prior, y el prior anualmente al subprior y “difinidores” con la presidencia del Rvdo. P. Prior del convento y por ante el Rvdo. P. vicario de la hermandad, quienes deberán presenciar todos los acuerdos y demás actos de hermandad.
- Hechos cargos los nuevos Sres. prior, subprior y “difinidores” ,que por las causas expuestas en este acuerdo hay muchos hermanos que no han contribuido con su limosna cuyos atrasos pasan de mil reales de vellón, se les haga saber a éstos por el dicho muñidor cobrador que pagando la mitad de su adeudo este año continuarán, y de lo contrario serán separados y borrados de la hermandad.
- Asimismo nombraron para vicario de esta confraternidad al M. R. P. Presentado fray Agustín Franco para que, aceptando y obtenida la correspondiente licencia del M. R. P. Provincial, ejerza las funciones de tal vicario. Que se le hizo presente y aceptó.
- Asimismo confirmaron el nombramiento que tenía hecho en el acuerdo de quince de septiembre de mil ochocientos uno de camarista de Nuestra Madre y Señora del Carmen Dña. María de Consolación de Arana, quien aceptó el encargo.
- Y por la falta de tiempo que hubo en este acto para más disposiciones acordaron por conclusión juntarse otra vez lo más pronto posible para que, instruidos en la regla, fundación y otros acuerdos que se hayan celebrado, así antiguos como modernos, acordar lo más conveniente para el mayor fomento de esta Santa Hermandad, cuyo acuerdo firmaron sus mercedes por ante mí, el presente escribano de que doy fe.
Continuará…
(1) APVA. Arch. nº 5.
(2) Definidores: Miembros que formaban el consejo rector de una hermandad de la tercera orden.
(3) APVA. Arch. nº 8.