Una sencilla descripción de la iglesia de Villalba del Alcor realizada por José de Morales en 1698 (1) ya nos pone en antecedentes sobre el asunto: … es la parroquial desta villa de antigua y extraordinaria hechura pues su formación es un medio cuadrado de dos naves iguales que una se llama “de las mujeres” y otra “de hombres”, y en la parte de su unión está el altar dedicado a San Bartolomé en su imagen, de escultura tosca el retablo de pintura antigua e indecente (…) Con estos detalles la construcción de un nuevo retablo era conveniente y necesaria. Tan importante proyecto se encarga a uno de los grandes retablistas del barroco sevillano, Cristóbal de Guadix ( 1650-1709). Se trata de una de sus obras más tardías y de las últimas de las que queda constancia. Como detalle decir que este cordobés alcanzaría notoriedad tras la muerte de otros maestros consagrados, como es el caso de Fernando de Barahona, del que aquí, en Villalba, tenemos un soberbio ejemplo de su obra (v. retablo del convento MMCC). En Junio de 1704, durante una visita pastoral (2), el retablo del altar mayor comienza a ser una realidad: visité ante todas cosas el sagrario del altar maior que hallé haberse hecho nuevo juntamente con el retablo. Más adelante se comenta más ampliamente: … A el mayor se le está haciendo retablo nuevo en virtud de licencia de V.S. concertado en 20.000 reales. Y continúa dando algunos detalles de la obra, de la que dice que ha de tener el retablo en los tres cuerpos de él diez varas de alto y siete de ancho (3), habiendo de sobresalir su remate arqueado como concha. La materia de él por lo que toca a escultura ha de ser cedro y por lo que mira al fondo ha de ser pino de Flandes, juntamente con los bancos y sotabancos sobre que ha de sentarse y estribar el retablo. Los huecos o nichos que ha de tener son siete en que se han de poner de talla entera tres santos: San Bartolomé, titular, y otros dos santos a sus lados, y en los otros cuatro nichos santos de media talla. El tercer cuerpo del retablo resta hacerse tan solamente, estando ya puestos los dos primeros con el sagrario que es muy hermoso adornado con los cuatro evangelistas y por remate la Fe, todo de talla entera… Unos años después, en la visita del año 1711 (4), se constata que el retablo se ha hecho nuevo, el cual, según la visita de 1704, se ajustó con Cristóbal de Guadix , maestro ensamblador de Sevilla, en precio de 20.000 reales de los cuales solo había de pagar esta fábrica 12.000 reales y los 8.000 restantes de esta manera: 3.300 que dio de limosna el Excmo. Sr. Conde de Miranda, dueño y señor de esta villa,, 1.100 que dio de limosna el cabildo, justicia y regimiento de ella y los 3.600 restantes que habían de juntar de limosna entre los vecinos de esta villa. Pero hay un desfase de 1.724 reales correspondientes a la limosna de los vecinos por no haberse podido recoger en su totalidad, con lo cual la fábrica de la iglesia es la que debe poner esa cantidad para acabar de pagar el retablo. Acercándonos ya al siglo XIX, en cumplimiento de la Real Orden de 3-IX-1862, El Arzobispado inicia un expediente (5) en el que se incluye una copia del inventario de los bienes de la parroquia de San Bartolomé del año 1851 en el que se ofrecen algunos detalles más del retablo del altar mayor, que es de madera, dorado y labrado. En el plan, el sagrario con un viso de tela de seda que hace a dos colores, rodeado de las imágenes de los evangelistas. En su nicho principal la estatua del titular, de talla con diadema de plata; a los lados San Pedro y San Pablo, San Joaquín y San José, aquel con diadema de plata y éste con diadema, vara y potencias del niño a la misma materia; encima el trono sostenido por cuatro ángeles y a los lados San Luis y San Fernando de medio cuerpo; en el remate del altar y tallado en la misma madera el martirio de Santa Águeda; a los lados doce escudos de armas, dos candeleros de bronce, dos atriles de madera, un hule nuevo, un mantel, una frontalera y contrafrontalera (…), cuatro candeleros de metal chicos, cuarenta y dos cubillos de hierro en todo el retablo… Y todo lo que componía el mobiliario y enseres situados en esta parte del templo. Una curiosidad para finalizar. En 1742, el delegado arzobispal, durante una visita a la parroquia, ordena que por cuanto la efigie de Santa Águeda, patrona de esta villa, que está en el último cuerpo del retablo del altar mayor tiene desnudo medio cuerpo arriba por estar en figura de revivir el martirio, lo que no es decente a la vista, mandó su ilustrísima se quite y ponga una tunicela o vista con las insignias de dicho martirio para la mayor decencia (6). NOTA 1: Recordar que las visitas pastorales se remontan al Concilio de Trento y eran realizadas por los delegados del Arzobispo de la Diócesis y se materializan en unos documentos que reflejaban el estado general de la parroquia. Se convirtieron en una fuente de información sobre los diversos aspectos eclesiásticos y devocionales, y también financieros, sociales y antropológicos de los lugares visitados. NOTA 2: Es posible que el paso de los años modificara la ornamentación del retablo, no así su estructura, y no estaría mal ampliar la información sobre esta obra, aprovechando el recuerdo de quienes la llegaron a conocer. (1) AGAS. Sec. IV, leg 1343 (2) AGAS. Sec. IV, leg 1344 (3) La vara castellana equivale aprox. a 80 cm. Es decir que sus medidas serían de 8 m de alto por casi 6 m de ancho. (4) AGAS. Sec IV, leg 1352 (5) AGAS. Sec. IV, leg 1420 (6) AGAS. Sec IV, leg 1386.